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 Julio I. González Montañés ©

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 Teatro latino: Los dramas litúrgicos

 

4.- Representaciones de los Magos (Ordo Stellae)

 

  Se conservan en Europa un amplio número de textos dramáticos que tratan el tema de la Epifanía, el más antiguo de los del ciclo de Navidad en el drama litúrgico medieval. En la Península no han llegado hasta nosotros textos latinos con el tema pero sí romances. Además de la primicia del Auto de los Reyes Magos toledano (siglo XII) conservamos dos textos catalanes Dels Tres Reys, un Misteri del Rey Herodes valenciano (siglo XV) y numerosísimas piezas de teatro popular que, aunque en su forma actual no pueden remontarse más allá del siglo XVIII, es probable que respondan a una tradición medieval. Hay además noticias y descripciones de representaciones de las que no conservamos el texto, y el testimonio del arte que prueba la extensión de las prácticas dramáticas sobre el tema y su popularidad en el ámbito peninsular.

   En Galicia no ha llegado hasta nuestros días ningún texto, ni latino ni vernáculo, pero algunas referencias en las Actas capitulares de la catedral compostelana y el reflejo que los dramas dejaron en la iconografía indican que el género no fue desconocido en tierras gallegas, y tenemos además indicios tempranos de la importancia de las ceremonias relacionadas con los Magos en la liturgia de la zona galaica. Es el caso del Responsorio de la Lectio VIII de maitines de un Oficio de Reyes encontrado en un pergamino del siglo XII procedente del Bierzo (San Esteban del Toral) en el que las frases que corresponden al diálogo entre Herodes y los Magos tienen un desarrollo musical muy extenso lo que ha llevado a pensar que podría tratarse de una pauta dramatizable.

  La única manifestación teatral del culto a los Magos de la que tenemos noticias directas en tierras gallegas es la festividad del Argadillo de Reyes en la Catedral de Santiago, que aparece mencionada en las Actas capitulares compostelanas de principios del siglo XVI aunque con referencias a la antigüedad de la fiesta. El dato es conocido desde que el canónigo e historiador D. Antonio López Ferreiro publicó a finales del siglo XIX extractos de las Actas, pero ha sido poco utilizado por los historiadores del teatro que despistados por la interpretación de López Ferreiro han mostrado tendencia a minimizar su importancia considerándolo poco más que un espectáculo de fuegos artificiales.

 Consistía la ceremonia en una procesión en la que tres miembros del cabildo -un dignidad y dos canónigos-, vestidos con ricos ropajes, representaban el papel de los Magos entrando en la ciudad acompañados por una gran comitiva y dirigiéndose a la Catedral donde plantaban sus tiendas ante la fachada del Paraíso -hoy Azabachería-. La noche de Reyes entraban en la Iglesia donde tenía lugar la representación en un tablado levantado al efecto, concluyendo la fiesta con un convite para los miembros del Cabildo.

 Para López Ferreiro, la fiesta “se celebraba con fuegos artificiales, de donde provino el nombre argadelo, que viene a ser lo mismo que girándula”. No he podido encontrar, sin embargo, referencia a los fuegos artificiales en las Actas y creo que probablemente López Ferreiro supuso su existencia porque conocía un relato similar al de los festejos que tuvieron lugar Salamanca con motivo de la boda de Felipe II en el que se describe un argadillo con fuegos de artificio:

  Acabados los toros, comenzaron a jugar un poco aquellos caballeros, no con mucho calor ni orden. Lo que más pasatiempo dio fue un argadillo que estaba encima de la picota en que había muchas ruedas, unas contra otras, llenas de cohetes muy artificiosamente hechos, de los cuales se causaban tan grandes truenos como si fuera una batería muy de propósito y concertada. Duró esto casi toda la fiesta…”.

  Sin embargo, este no es el único significado de la voz argadillo (o argadijo), que ya en el siglo XVI (Fray Antonio de Guevara) tenemos documentada con el significado de devanadera, el mismo que mantiene la palabra en el castellano actual y el que conserva en el gallego la voz argadelo (ambas derivadas del latín arganum: “especie de grúa”). Tanto el arganum romano como los argadillos/devanaderas son aparatos giratorios en los que intervienen siempre cables y cuerdas por lo que creo probable que el término argadillo tal y como se emplea en las Actas capitulares compostelanas haga alusión a la existencia de algún artefacto giratorio con cables, un torno que serviría para mover la estrella que guiaba a los magos lo que concuerda con las noticias que poseemos en otros lugares sobre maquinarias semejantes.

  Cierto que la denominación podría también hacer referencia a la acepción figurada del término argadillo, aludiendo al bullicio y movimiento que generaba la fiesta, pero este sentido de la palabra aparece tardíamente y creo que la interpretación apuntada es la correcta si tenemos en cuenta que Vasari denomina arganetto al artefacto que hacía desplazarse a una linterna que simulaba el sol en una representación que tuvo lugar en Florencia con motivo de las bodas de Cosimo I y Leonor de Toledo (Vite, IV, 442), la misma voz que emplea en la descripción de la maquinaria diseñada por Brunelleschi para la representación de la Anunciación en la iglesia de San Felice in Piazza de Florencia (ca. 1435-40), en referencia al ingenio utilizado para hacer descender por medio de cuerdas al arcángel Gabriel.

 Conviene recordar que la voz argano sigue teniendo en el italiano actual el significado de grúa, lo mismo que en castellano donde el término aparece documentado, según Corominas, desde 1526. Que el argadillo compostelano era una especie de torno o grúa lo confirma una referencia recogida en el Acta capitular del 13 de Enero de 1563, en la cual se acuerda imponer una multa al Cardenal García Díaz de Mesía por no haber “dicho y entonado el ymno ‘Nuntium vobis’ desde las bobedas, ni echado el argadillo la noche de los Reys á las laudes con la solemnidad que se suele hazer hauiendole hechado el argadillo y ymno la víspera de nuestra Señora de la O, según que siempre se acostumbró hazer”.

  La utilización del verbo echar y la noticia sobre la utilización del ingenio “la víspera de Nuestra Señora de la O” indican, a mi entender, que se trataba de un torno, que en esta ocasión serviría para hacer descender desde lo alto de las bóvedas del templo una paloma de madera sujeta con cables. Este uso está atestiguado en representaciones de la Anunciación en otras iglesias peninsulares (Barcelona, Valencia, Lérida etc.) y, por otra parte, la existencia de un ingenio de este tipo no puede resultar extraña en un templo donde todavía perviven artefactos aéreos como el botafumeiro, documentado al menos desde el siglo XIV.

   El Acta de 13-01-1563 es muy interesante ya que demuestra que el Cabildo consideraba al argadillo como parte de la liturgia, de modo que no celebrarlo se tenía como “notable defecto y falta en el oficio divino” que era necesario “castigar fraternal y caritativamente segun lo suelen acostrumbrar hazer”; castigo fraterno que costó a Díaz de Messía la cantidad de 300 reales que el Cabildo le impuso para evitar sentar un precedente: “porque en adelante no se tome ocasión de no se hazer...”.

  Quizá la fiesta decaía y ya en Actas anteriores (7 de Enero de 1511) hay noticias de multas a los beneficiados (en este caso Pedro de Babío y Bartolomé López) a los que correspondían los festejos y no los celebraban (100 reales). Ambas Actas se refieren al argadillo como algo “de antigua costumbre en esta Sancta Iglesia”, lo que parece indicar que aunque las noticias que tenemos son del XVI, estas se refieren al período terminal de la fiesta que debía de haber venido celebrándose en Compostela desde mucho antes.

  He recurrido a Italia buscando paralelos semánticos para el argadelo compostelano y allí es donde se encuentran también los ejemplos más antiguos de cortejos como el de Santiago, remotos antecedentes de nuestras Cabalgatas de Reyes. Al menos desde 1336 se representaban en diversas ciudades italianas tableaux vivants callejeros a cargo de cofradías seglares –como la Compagnia de’ Magi florentina–. En Milán, Padua o Florencia un fastuoso cortejo de jinetes, soldados, camellos, asnos y babuinos seguían a los Tres Reyes en una cabalgata que recorría las calles de la ciudad y terminaba en Milán con una representación “in latere altaris majori”. También en la Península están documentadas estas cabalgatas y sabemos que en la representación del Misteri del Rey Herodes valenciano los Magos iban acompañados de una comitiva de casi un centenar de personas: pajes, alguaciles, porteros, caballeros de Herodes, armats, mensajeros etc., además de músicos, portaestandartes, alabarderos y los inevitables camellos y caballos.

   En muchos de estos cortejos, singularmente en el Argadelo compostelano, los Magos se presentan como peregrinos ya que así los entendió la Edad Media, época dorada de las peregrinaciones: como los primeros romeros de la cristiandad. Es posible que la extraordinaria popularidad de la que gozó el tema de la Epifanía en el arte medieval gallego tenga algo que ver con el fenómeno de las peregrinaciones del que los Magos fueron ilustres pioneros, y parece probable que el itinerario de los Magos por las calles de Compostela hasta llegar a la Catedral fuese el mismo que seguían los peregrinos que llegaban por el camino francés: entraban por la Puerta del Camino, subían por las Casas Reales y accedían a la basílica por la puerta norte, la francígena o del Paraíso.

   La caracterización de los Magos como peregrinos es frecuente tanto en el arte como en el teatro, y se ha señalado que en el Auto de los Reyes Magos castellano la estructura general de la obra se configura como un viaje al que el propio texto califica de romería (“imos en romeria aquel rei adorar”, v. 77). Del mismo modo se hace hincapié en el arte en la idea de viaje: en el tímpano de la portada occidental de la iglesia de Santa María del Campo de La Coruña (ca. 1260, en el de la portada norte de la iglesia de Cines (Oza dos Ríos, A Coruña), y en los capiteles del arco de ingreso a la capilla principal del lado del Evangelio de la iglesia de Sto. Domingo de Tui (Pontevedra, s. XIV), los Magos llevan indumentaria de viajeros y calzan espuelas, recurso mediante el cual el escultor intenta expresar la idea de peregrinación, de viaje, con todo lo que esto supone en una época como la medieval que hizo de la peregrinatio un ideal de vida.

  Todos los dramas litúrgicos conocidos del ciclo del Ordo Stellae se representaban en las proximidades del altar. En él dejan sus dones los Magos y en él se situaba frecuentemente una imagen de la Virgen con el Niño que es objeto de la Adoración de los actores-oficiantes. Las abundantes representaciones plásticas románicas y góticas en las que los Magos se postran ante una Virgen con el Niño rigurosamente frontal (tipo sedes sapientiae), que no muestra relación alguna con los Reyes, son con toda probabilidad un reflejo de las dramatizaciones litúrgicas en las que se utilizaban imágenes de culto.

  Los ejemplos son numerosos en el románico hispano y si aquí podrían achacarse a las tópicas características de rigidez y hieratismo del arte románico, resultan más esclarecedores los ejemplares góticos en los que contrastan las diferentes actitudes y posturas de los Magos, de San José y de los eventuales donantes, con la rigidez estatuaria de la Virgen y el Niño, explicable si admitimos que se trata de una imagen de culto como las que sabemos que se utilizaban en las representaciones teatrales, y no de un personaje que interviene en un acontecimiento histórico.

  En Galicia tenemos un caso muy claro en la extensa serie de tímpanos del siglo XIV, obra de un taller ourensano muy activo en la región en dicha centuria. En ellos la Virgen, con el Niño frontal en su regazo, es una estatua que representa una estatua, un ídolo que se desentiende de los personajes que lo rodean. Como ha señalado Moralejo, la rigidez y el riguroso esquema axial que se aplica a la Virgen y al Niño en la serie orensana derivan de su condición de iconos, anquilosados en su representación, y no de una supuesta inercia románica en la plástica gallega.

   En el caso conservado en el interior de la iglesia de San Benito del Campo de Santiago de Compostela (vid. foto), tenemos una prueba indirecta de la inspiración de los escultores en ceremonias dramáticas en grabados de principios del siglo XIX (Luis Piedra, Jacinto López, vid. foto) que representan una Epifanía tomando como modelo el tímpano gótico de la iglesia y utilizando la imagen de Nuestra Señora de Belén que se venera en el templo como Virgen para la Adoración. En el grabado de Jacinto López (Museo PO), el contraste entre la animación y movilidad de la escena, enmarcada por cortinas como en el teatro, y la rigidez de la imagen de la Virgen con el Niño, es el mismo que encontramos en los tímpanos de la serie gótica, sin duda porque representaciones dialogadas o mimadas de la Adoración de los Magos utilizando imágenes de culto o los propios tímpanos de la Epifanía pervivieron en Galicia hasta el siglo XIX [1].

  En la actualidad, se conservan todavía en diferentes lugares de la Península representaciones populares de Reyes (Murcia, León, Palencia, Albacete, Mallorca…) que algunos consideran pervivencias medievales, aunque sus textos son de mediados del siglo XIX y sus fuentes a lo sumo pueden retrotraerse al siglo XVI, abundando las influencias de obras del XVIII como la Infancia de Jesucristo de Gaspar Fernández de Ávila y El Mártir del Gólgota de Pérez Escrich.

  En Galicia no ha llegado a nuestros días ninguna de estas representaciones, pero hay noticias de un Auto de Reyes en el siglo XVII en el convento de Santa Clara de Monforte y quedan restos de una antigua actividad dramática asociada con la fiesta de la Epifanía en los Cantares de Reyes, que todavía perviven, o lo hicieron hasta hace pocas décadas, en Cotobade (Pontevedra), Tomonde (Cercedo, Pontevedra), Salceda de Caselas (Pontevedra), Arcade y Soutomaior (Pontevedra), Pedrafita do Cebreiro (Lugo), Navia de Suarna (Lugo), Baleira (Lugo), Santa Marta de Moreiras (Ourense), Novefontes (A Coruña), San Antolín de Ibías (Asturias)..., y otros muchos lugares de Galicia, el norte de Portugal y la zona oriental de Castilla-León.

 Estos cantares iban generalmente acompañados del uso de máscaras y vestuario de tipo carnavalesco, y solían terminar con un banquete popular presidido por un rei y un vicerrei elegidos para la ocasión, los cuales hacían su entrada en la localidad vestidos adecuadamente y montados en un carro cargado de vino y comida. Tras cantar por las casas, era habitual hacer una visita a la iglesia del pueblo para cantar ante una imagen de la Virgen con el Niño, lo que establece una posible relación con antiguas representaciones litúrgicas.

  Destaca entre estas fiestas la de Santa María de Rao (Navia de Suarna), desaparecida en los años cuarenta pero conocida por descripciones e informes etnográficos que permiten establecer una relación directa con otras muchas mascaradas de invierno, de antiguo origen, extendidas por toda Europa y frecuentemente enlazadas con la festividad de los Magos.

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[1] Sabemos que en algunos lugares como Pamplona se hizo hasta tiempos muy recientes una ceremonia parateatral en los claustros de la catedral, con música, recitados y dos estaciones, una de la cuales tenía lugar ante el grupo escultórico de la Epifanía obra de Jaques Perut (ca. 1300), engalanado para la ocasión con un dosel de tela granate y un altar a sus pies en el que se situaban los bustos-relicario argénteos de la catedral (cf. Foto), altar que todavía se sigue montando para la fiesta litúrgica actualmente recuperada.

 

Visitatio Sepulchri
Ordo Prophetarum
Officium Pastorum
Ordo Stellae

 

 

 

 

Acta capitular de la Catedral de Santiago en la que se hace referencia la Argadelo de Reyes (1511)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tímpano de la Colegiata de Sta. Mª del Campo de A Coruña. Los Magos llevan espuelas como viajeros/peregrinos

 

Tímpano norte de la iglesia de Cines (Oza de los Ríos-CO). Los Magos llevan espuelas como viajeros/peregrinos

 

 

 

 

 

 Tímpano de la iglesia de San Benito del Campo (Santiago de Compostela). Epifanía

 

 

 Nuestra Sra. de Belén.

Grabado de Jacinto López

 

 

 

Tímpano de la Epifanía de San Miguel de Figueroa (Abegondo-CO, ca. 1325-1350). El enmarque pintado con dosel y cortinas es barroco, pero parece un intento claro de convertir la escena en una representación teatral.

 

 

 

Tímpano de Dª Leonor (2º/4 del s. XIV), Museo de la Catedral de Santiago

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fiesta de la Epifanía en la catedral de Pamplona en 1933. Estación ante el grupo escultórico gótico de J. Perut. Foto de Julio Cía en el Archivo Municipal de Pamplona

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