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Texto de la Disputa entre un Moro y un Cristiano de Laza

(Versión publicada por Vicente Risco e Xaquín Lorenzo)

 

 

CRISTIANO

-Ánimo soldados míos,

que nadie pierda el aliento

que vamos a defender

el Divino Sacramento.

 

MORO

 Al rigor de esta espada mía

 tengo que ganar la batalla,

o la muerte será mía,

o la batalla ganada.

 

CRISTIANO

 Si tienes la confianza

en Mahoma, que es tu dueño,

 pronto verás tu rigor abatido por el suelo.

 

 MORO

Si tienes la confianza

en el que está en el Altar,

prepárate cristiano, que vamos a pelear.

 

 

Comienza la lucha y tras vencer el cristiano dice:

 

 

CRISTIANO

 Levanta moro levanta y registra tu batalla,

con la ayuda de María la batalla está ganada.

 

MORO

Yo me levanto señor puesto que me lo habéis mandado,

¡Que viva la cristiandad y Jesús Sacramentado!

 

 

 

 

Relato del predicador en el Auto del sacrificio de Isaac

 

   Abraham es un un hombre barbado y canoso vestido de beduino y portando una espada para el sacrificio. Isaac es un niño de 6 ó 7 años vestido de "paje" con una cinta que le recoge el pelo y un haz de leña al hombro. Llegada la procesión a la Plaza de la Picota se dirigen hacia un estrado sobre el que hay ramas y vegetación simulando un monte. El predicador dice:

  "Muy afligido va subiendo por el monte Moria, aquel anciano abrumado por el peso de los años, y aún más todavía con alguna grave desventura. Lástima da verle conteniendo las lágrimas brotar de sus ojos. No así el mancebo, que tranquilo le sigue por la cuesta con un acedillo de leña sobre los hombros", y le dice: "¡Sabéis lo que os advierto padre mío?, que nos falta lo principal para el sacrificio que es la víctima", y el anciano responde: "Sigue hijo mío, que Dios proveerá".

Llegados al "monte", Isaac deposita la leña y Abraham ata las manos de Isaac y le cubre los ojos con la cinta que hasta entonces ceñía su cabello. Isaac dice:

-"Cúmplase la voluntad de Dios"

Abraham alza la espada y en el momento en que va a realizar el sacrificio sale el ángel de entre las cortinas que enmarcan el fondo del tablado y dice:

-"Detén tu brazo Abraham, no mates a tu hijo Isaac, que Dios se da satisfecho por tu fe y obediencia"

Aparece entonces un carnero blanco que  "sacrifican" haciendo gestos de bendecir al Cielo. El predicador dice:

"Y Dios prometió a Abraham, en premio de su obediencia, que le haría dueño de todas las naciones en descendencia, y en su posteridad bendeciría las razas de la Tierra, y de su hijo Isaac vendría el Mesías".

***

Véase la versión publicada por Nieves Amado Rolán en: Museo do Pobo Galego